Y dijo el rey á Joab, general del ejército que tenía consigo: Rodea todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Beer-seba, y contad el pueblo, para que yo sepa el número de la gente.
Y Joab respondió al rey: Añada JEHOVÁ tu Dios al pueblo cien veces tanto como son, y que lo vea mi señor al rey; mas ¿para qué quiere esto mi señor el rey?
Empero la palabra del rey pudo más que Joab, y que los capitanes del ejército. Salió pues Joab, con los capitanes del ejército, de delante del rey, para contar el pueblo de Israel.
Y Joab dió la cuenta del número del pueblo al rey; y fueron los de Israel ochocientos mil hombres fuertes que sacaban espada; y de los de Judá quinientos mil hombres.
Y después que David hubo contado el pueblo, punzóle su corazón; y dijo David á JEHOVÁ: Yo he pecado gravemente por haber hecho esto; mas ahora, oh JEHOVÁ, ruégote que quites el pecado de tu siervo, porque yo he obrado muy neciamente.
Vino pues Gad á David, é intimóle, y díjole: ¿Quieres que te vengan siete años de hambre en tu tierra? ¿ó que huyas tres meses delante de tus enemigos, y que ellos te persigan? ¿ó que tres días haya pestilencia en tu tierra? Piensa ahora, y mira qué responderé al que me ha enviado.
Entonces David dijo á Gad: En grande angustia estoy: ruego que caiga en la mano de JEHOVÁ, porque sus miseraciones son muchas, y que no caiga yo en manos de hombres.
Y como el ángel extendió su mano sobre Jerusalem para destruirla, JEHOVÁ se arrepintió de aquel mal, y dijo al ángel que destruía el pueblo: Basta ahora; detén tu mano. Entonces el ángel de JEHOVÁ estaba junto á la era de Arauna Jebuseo.
Y David dijo á JEHOVÁ, cuando vió al ángel que hería al pueblo: Yo pequé, yo hice la maldad: ¿qué hicieron estas ovejas? Ruégote que tu mano se torne contra mí, y contra la casa de mi padre.
Y Arauna dijo: ¿Por qué viene mi señor el rey á su siervo? Y David respondió: Para comprar de ti la era, para edificar altar á JEHOVÁ, á fin de que la mortandad cese del pueblo.
Y Arauna dijo á David: Tome y sacrifique mi señor el rey lo que bien le pareciere; he aquí bueyes para el holocausto; y trillos y otros pertrechos de bueyes para leña:
Y el rey dijo á Arauna: No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré á JEHOVÁ mi Dios holocaustos por nada. Entonces David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata.