OÍDME, los que seguís justicia, los que buscáis á JEHOVÁ: mirad á la piedra de donde fuisteis cortados, y á la caverna de la fosa de donde fuisteis arrancados.
Ciertamente consolará JEHOVÁ á Sión: consolará todas sus soledades, y tornará su desierto como paraíso, y su soledad como huerto de JEHOVÁ; hallarse ha en ella alegría y gozo, alabanza y voz de cantar.
Alzad á los cielos vuestros ojos, y mirad abajo á la tierra: porque los cielos serán deshechos como humo, y la tierra se envejecerá como ropa de vestir, y de la misma manera perecerán sus moradores: mas mi salud será para siempre, mi justicia no perecerá.
Despiértate, despiértate, vístete de fortaleza, oh brazo de JEHOVÁ; despiértate como en el tiempo antiguo, en los siglos pasados. ¿No eres tú el que cortó á Rahab, y el que hirió al dragón?
Cierto, tornarán los redimidos de JEHOVÁ, volverán á Sión cantando, y gozo perpetuo será sobre sus cabezas: poseerán gozo y alegría, y el dolor y el gemido huirán.
Y haste ya olvidado de JEHOVÁ tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra; y todo el día temiste continuamente del furor del que aflige, cuando se disponía para destruir: mas ¿en dónde está el furor del que aflige?
Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de mi mano te cubrí, para que plantase los cielos y fundase la tierra, y que dijese á Sión: Pueblo mío eres tú.
Despierta, despierta, levántate, oh Jerusalem, que bebiste de la mano de JEHOVÁ el cáliz de su furor; las heces del cáliz de aturdimiento bebiste, y chupaste.
Tus hijos desmayaron, estuvieron tendidos en las encrucijadas de todos los caminos, como buey montaraz en la red, llenos del furor de JEHOVÁ, de la ira del Dios tuyo.
Así dijo tu Señor JEHOVÁ, y tu Dios, el cual pleitea por su pueblo: He aquí he quitado de tu mano el cáliz de aturdimiento, la hez del cáliz de mi furor; nunca más lo beberás:
Y ponerlo he en mano de tus angustiadores que dijeron á tu alma: Encórvate, y pasaremos. Y tú pusiste tu cuerpo como tierra, y como camino, á los que pasan.